Primer
sábado de noviembre, a más de mil ochocientos metros de altura; todo está
preparado para el invierno, para la nieve. Ya no hay actividad en las
madrigueras de las marmotas, la hierba está seca y aplastada al suelo, solo en
un rincón recogido del viento, una minúscula melera, o lengua de buey luce el
azul de su corola con pinceladas de cobalto; abajo, en el valle, ajenos a
nuestra mirada, dos rebecos pastan entre los robles casi deshojados; arriba, en
la inmensidad del cielo sin nubes, con las alas extendidas en velero, una
pareja de águilas se dejan mecer por la brisa.
Aquí todo
está bien, todo en su sitio, todo es armonía, todo belleza, todo paz.
Sábado, 8 de noviembre de 2015
José F. Álvarez
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